Sierra de Castril (Jaén) |
Vamos a daros unos consejos que no por archiconocidos para la mayoría resultan menos útiles de cara a protegernos de los rigores del invierno. La cosa va del denominado "principio de las tres capas".
Almenaras (Sierra de Alcaraz) |
Por otro lado, ir vestidos con tres capas nos permitirá quitarnos o ponernos ropa en función de las condiciones ambientales, regulando así nuestra temperatura de una forma óptima.
Veamos de qué tres capas estamos hablando.
Primera capa.
Nos referimos a camisetas fabricadas, bien con materiales sintéticos más o menos sofisticados, bien con tejidos naturales como la lana merina (todo un clásico). Nunca serán de algodón, pues éste aborbe muy fácilmente la humedad y tarda mucho en secarse, por lo que a buen seguro nos hará coger un trancazo de campeonato, como mínimo.
Esto en cuanto al cuerpo. En las piernas, salvo condiciones realmente extremas, no es necesario tanto abrigo, puesto que el trabajo que vamos a realizar implica fundamentalmente al tren inferior. Con un buen pantalón técnico que sea abrigado y que repela la humedad, debería bastar. Si acaso, unas mallas debajo, si el tiempo es horripilante. Otra cosa es la necesidad de un sobrepantalón de agua, si el día está lluvioso.
Segunda capa.
Ahora de lo que se trata es de obtener un buen aislamiento térmico que nos permita retener nuestro propio calor corporal. Estamos hablando, por ejemplo, de forros polares 100% poliéster, de mayor o menor grosor, según las circunstancias.
También están los softshell, algo menos ligeros y algo más voluminosos, pero que se comportan mejor ante la humedad y el viento.
En numerosas ocasiones es más que probable que la actividad la realicemos abrigados únicamente con una de estas prendas, forro o softshell, si bien siempre será imperativo llevar en la mochila la tercera capa que a continuación vamos a describir.
Tercera capa.
Besiberri (Pirineo catalán) |
Las más técnicas están confeccionadas en materiales especiales como Gore-Tex, Sympatex, Novadry, etc; tejidos nada baratos, pero desde luego muy prácticos y aconsejables por su excelente comportamiento y durabilidad.
Naturalmente, hay otras opciones, como los plumas, mucho más ligeros y cálidos, pero también bastante caros y menos resistentes a posibles desgarrones, además de no ser aptos para la lluvia. Todo dependerá del entorno y condiciones en que se desarrolle la actividad.
Un equipamiento de estas caracterísiticas puede resultar más o menos caro, según nos pongamos de estupendos. Se trata, no obstante, de una inversión para varios años, a poco que la cuidemos. Pero, en cualquier caso, nosotros no recomendamos empezar de buenas a primeras comprándonos lo más de lo más, así de entrada. Probemos primero a ver si esto de andar por el monte con un tiempo de mil demonios nos gusta o por el contrario acabamos pensando que qué necesidad hay, que como en la casa de uno... Si nos gusta, si el cuerpo nos va pidiendo cada vez más marcha, entonces sí será el momento de rascarnos el bolsillo y realizar un cierto desembolso a la medida de nuestras posibilidades. Porque será entonces y no antes cuando verdaderamente saquemos partido a un equipamiento más técnico y de mayor calidad.